miércoles, 20 de agosto de 2008

MONSTRUOS

Debemos admitirlo: todos, necesitamos ocasionalmente de cierta dosis de fantasía e imaginación, para liberar nuestro subconsciente. Toda serie de invenciones, al hilarlas, nos enfrentan cara a cara con la realidad. Ésta es la función de la ficción. Incluso en las historias más oscuras y aterradoras, al sumergirnos más y más en la ficción, parte de nosotros mismos siempre sale a la superficie. Por que al final, siempre, invariablemente siempre, hay algo de bestias y monstruos en nosotros mismos. De otra forma, no nos sentiríamos fascinados por ellos...


"Vampiros"




Los vampiros, junto con los fantasmas y dragones, son sin duda las criaturas monstruosas más recurrentes en la historia de la humanidad, pues hay leyendas de ellos en prácticamente todas las culturas alrededor del mundo. Es un conocimiento de simple cultura general, que un vampiro es un muerto viviente que existe gracias a su hábito de alimentarse con sangre, preferentemente humana. La palabra vampiro no tiene un origen definido, pero hasta donde se sabe, se deriva de la raíz eslava upír.

De hecho, la imagen actual del vampiro procede en gran medida de la novela clásica "Drácula" de Bram Stoker, quien a su vez, se inspiró directamente en leyendas húngaras, checas y rumanas de vampiros...

En varias culturas, los vampiros tienen formas de perro, murciélago, araña, sin embargo, la imagen más común es una forma humana saludable pero pálida, con unos colmillos particularmente crecidos. La mención más antigua de vampiros, es la de los lilu, que eran mujeres vampiro de la mitología sumeria que salían de noche a atacar recién nacidos y mujeres embarazadas. La más poderosa de los lilu, era una llamada Lilitu, la cual eventualmente fue asimilada por la cultura judía bajo el nombre de Lilith. Lilith, además de inspirar a Lilly, la esposa de Herman Munster, es mencionada en los rollos del Mar Muerto como la esposa de Adán antes de Eva, y en algunas leyendas góticas es identificada también como la madre de todos los vampiros.

Entre los alquimistas medievales, la plata era considerado el metal más puro, y de ahí surgió la idea que todas las criaturas inmundas, vampiros incluidos, podían ser repelidos con la plata. Sin embargo, la plata no servía de nada para matarlos, por el simple hecho de que ya estaban muertos.

De hecho, la tradicional estaca de madera de roble atravesada en el corazón no era para matarlos, sino para literalmente clavarlos a su ataúd y al menos evitar que siguieran saliendo de noche. Las únicas formas efectivas de eliminar a un vampiro eran decapitándolo, quemándolo o exorcizándolo, y aún así, no había garantía de que su espíritu no regresara como un espectro, o que reencarnara en un cadáver fresco o un recién nacido...

Durante el siglo XVIII, a las leyendas de vampiros se añadió la creencia de su condición podía contagiarse a través de su mordida, de modo similar a la rabia. Previo a eso, la idea generalizada era que sólo los suicidas, asesinos, brujas y personas excomulgadas podían regresar de la tumba como vampiros, bajo la interpretación de que sus pecados en vida merecían negárseles cualquier paz eterna y cualquier posibilidad de seguir vivos poseyendo un alma. Si los vampiros eran considerados malévolos, era no tanto por su personalidad, sino precisamente por que se suponía que carecían de alma para guiar sus actos. De la misma ausencia de alma es de donde se fundamenta la idea tradicional de que un vampiro no proyecta sombras, ni se refleja en los espejos...

Si bien los vampiros son considerados como criaturas ficticias desde inicios del siglo XIX, en la actualidad siguen siendo objeto de fascinación. Por un lado, la subcultura Dark ha creado todo un estilo estético alrededor de la figura del vampiro, tanto como bestia abominable, como individuo incomprendido y atormentado. Por otra parte, muchos asesinos seriales se han caracterizado por su extraña fijación de beber sangre. Pero aparte de esos aspectos más bien simbólicos, ocasionalmente siguen surgiendo reportes dispersos de vampiros. Por ejemplo, durante la década de los 70's, en Londres, Inglaterra, hubo varios testimonios de un vampiro que merodeaba el cementerio de Highgate. El caso trascendió de leyenda urbana a moda, un poco similar a la Chupacabra-manía que hubo en Latinoamérica durante los 90's. El llamado Vampiro de Highgate eventualmente fue olvidado, aunque Sean Manchester, uno de los primeros testigos del caso, asegura que en realidad él mismo destruyó al vampiro junto con toda su camada.

Otro caso similar más reciente, ocurrió durante el 2003 en Malawi, donde varias personas empezaron a aparecer muertas, con cicatrices de mordidas humanas. Aunque de primera instancia se teorizó que el responsable podía ser un asesino serial, no tardaron en surgir testimonios aislados de que se trataba de vampiros, y de ahí, el caso se volvió una histeria colectiva.

Varias muchedumbres enardecidas, al más puro estilo de las películas clásicas de horror, llegaron al extremo de apedrear y matar a al menos 4 personas que se creían eran vampiros, entre ellas el gobernador Eric Chiwaya, al surgir un rumor de que el gobierno estaba encubriendo a los supuestos vampiros.

Se dice que uno sólo siente miedo contra lo desconocido o aquello a lo que simplemente se desconoce. Pero algunas monstruosidades a las que se temen, pueden ser cotidianas, e incluso acechar más cerca de lo que uno imagina.


"Demonios"

La cultura moderna indica que no hay porqué temer a los mitos y leyendas, pues se dice son productos de la ignorancia y que al final, no hay nada que la razón no explique, pues por muy desconocido que sea algo, tarde o temprano será descifrado racionalmente. Pero las mismas explicaciones racionales del mundo, nos han hecho entender nuestra insignificancia ante algunos problemas que debemos enfrentar, o inclusive ante la magnitud del universo mismo. Con esto, descubrimos que al final, nuestro temor no es hacia lo desconocido realmente, sino al hecho de que hay monstruos ante los que somos incapaces de salvarnos a nosotros mismos.

Dentro de las religiones europeas y asiáticas, los demonios son criaturas sobrenaturales, extremadamente astutas, poderosas y malévolas, cuya única fijación es matar y corromper almas humanas. Sus manifestaciones, simbologías y variaciones son tantas, que dentro de la teología existe la demonología, una disciplina dedicada única y exclusivamente al estudio de los demonios. En el antiguo Egipto, ya se hablaba de la existencia de monstruos demoníacos que podían devorar almas humanas cuando éstas viajaban del plano material a la vida después de la muerte. Aunque estas criaturas eran consideradas más como animales salvajes que como demonios en sí, se piensa que la creencia en éstas influyó en lo que siglos después fue el concepto formal de demonio.

La palabra demonio se origina del griego antiguo daemon, que significa «El Que Sabe». Los daemones griegos, eran espíritus de la naturaleza de forma humana, pero con cuernos, a los que se les podía invocar para conocer el futuro o intervenir positiva o negativamente para alterar el destino de alguien. Los daemones no eran malignos, pero esa interpretación se les empezó a dar conforme el cristianismo surgió y empezó a extenderse, logrando al final que la palabra demonio se volviera sinónimo de maldad pura, y que los demonios dejaran de ser simples fuerzas espirituales para pasar a ser criaturas físicas sobrenaturales. Utilizando las imágenes de las deidades de otras religiones como símbolos demoníacos para evitar que continuaran las creencias que ellos denominaron paganas o fuera de orden.

Los demonios son mencionados en la Biblia hebrea, y se les divide en 2 clases, los se'irim y los shedim. Los se'irim son descritos como criaturas mitad humano y mitad cabra que gustan de bailar al aire libre y controlan las fuerzas de la naturaleza. Aunque con éstos hace falta hacer ofrendas para apaciguarlos, por lo general no son realmente dañinos e incluso pueden ser empleados en ceremonias kabalísticas (pertenecientes a religiones más antiguas y llenas de un significado mas natural y no tanto monetario). Por el contrario, los shedim pueden cambiar de forma a voluntad y son completamente malignos. A éstos, se les considera responsables de toda clase de pestes y plagas, y se les atribuye la capacidad de posesionarse de animales, personas y objetos. Según la teología judía, la adoración de ídolos paganos o blasfemos, se remite directamente a los shedim, que usualmente se posesionan de estatuas o efigies para pretender ser dioses (en contradicción con los ídolos católicos como san judas o la representación del cristo en la cruz).

Según los dogmas católicos, los demonios originalmente eran ángeles, que liderados por el arcángel Luzbel, se atrevieron a rebelarse al poder de Dios, y éste los castigó expulsándolos del Cielo. Aunque los demonios se supone desde entonces son radicalmente opuestos a Dios, existe la mención de que si se arrepienten de sus actos con honestidad, son capaces de redimirse y convertirse en eudemonios, o demonios protectores de la humanidad. Los mismos dogmas de fe, indican que es estrictamente imposible matar o destruir a un demonio, y que sólo Dios es más poderoso que ellos. Sin embargo, se indica que es posible ahuyentar a los demonios a fuerza de pura fe e invocar el nombre de Jesús, y para tal efecto, la iglesia católica cuenta con varias ceremonias y rituales de exorcismo, que van desde el simple bautizo religioso, hasta los exorcismos propiamente dichos en casos de posesión demoníaca.
Aunque fue durante la Edad Media cuando abundaron los testimonios de posesiones demoníacas y exorcismos, sin duda el relato más popular de este tipo es la película de El Exorcista, considerada casi por unanimidad como la película más terrorífica de todos los tiempos. El Exorcista está basado en una novela original de William Peter Blatty, publicada en 1971. Pero lo que no muchos saben, es que el libro a su vez está basado en un caso real de exorcismo, acontecido en febrero de 1949 en el área de Maryland. En el caso real, la posesión ocurrió sobre un niño de 14 años llamado Douglas Deen, y la posesión incluyó contorsiones imposibles, ruidos que salían de dentro de las paredes, muebles que se sacudían, y una voz grave que definitivamente no era la del niño.

Tras varias pruebas médicas y psicológicas, se recurrió al último recurso del exorcismo, oficiado por un sacerdote romano anónimo. El exorcismo duró 2 meses, y al final la situación mejoró, permitiendo que el niño volviera a la normalidad. Para escribir su novela, William Peter Blatty se basó principalmente en notas tomadas del Washington Post, y en los archivos de la universidad de St. Louis y del hospital de la universidad de Georgetown. La novela estuvo durante 55 semanas en el #1 de la lista de best-sellers del New York Times. Sin embargo, los rodajes de la película tuvieron su buena dosis de terror, pues un total de 9 personas murieron durante las filmaciones, y por si fuera poco, hubo un incendio en el set, el cual retrasó el estreno por 6 semanas.

Coloquialmente se dice que toda persona siempre arrastra sus propios demonios internos. Pero la inquietud de cargar dentro con un potencial de maldad y destrucción, a veces no se compara con el horror de una negación absoluta a todo mal y todo bien, a consecuencia de poseer una conciencia demasiado primitiva, salvaje y bestial.

"Hombres Lobo"

Tal como demuestran numerosas historias clásicas, nosotros mismos somos quienes creamos a nuestros propios monstruos, modelados con la sombra de nuestras ansias y culpas más primitivas. No hay forma de escapar de ellos, más que enfrentándolos. Sólo descendiendo a las profundidades de nuestra conciencia, es posible librarnos de nuestros monstruos. Pero es una tarea perturbadora, en la que hay que andar con cuidado. Toda jornada, por noble que sea, tiene sus riesgos, y su precio. Nunca hay que voltear a ver dentro de sus almas, a menos que estén dispuestos a ver de frente a sus bestias internas, reflejadas como en un espejo.

En todas las mitologías alrededor del mundo, existen relatos de humanos y dioses que se transforman en animales, y viceversa. Pero de todas esas transformaciones, sin duda la más significativa es la de humanos que se convierten en lobos, siendo denominados licántropos o simplemente, hombres-lobo. Este tipo de criaturas es de origen prominentemente europeo, aunque en África y América hay numerosas menciones de shamanes capaces de convertirse en lobos, o en su defecto, jaguares, leopardos, chacales o coyotes. En todo caso, es importante señalar que mientras entre los mencionados shamanes las transformaciones se deben a estrechos vínculos con los espíritus de la naturaleza, en la visión europea la licantropía es visualizada como una maldición, pues implica perder toda conciencia y capacidad de libre albedrío, para convertirse en una bestia feroz y sanguinaria, que ataca por el mero gusto de la violencia.
La razón para hablar específicamente de lobos, se remite directamente a que en la antigüedad era el carnívoro más grande y numeroso de las regiones europeas. Si bien no es tan grande y fuerte como un oso o un león, el lobo se volvió particularmente temido por su instinto de atacar en manadas mediante técnicas no de acecho, sino de emboscada, lo que le permite derribar presas hasta 3 veces más grandes y pesadas, como un alce o un toro adulto de media tonelada de peso. Si bien en toda la historia de la humanidad no existe ni un sólo testimonio o caso registrado de lobos que hayan atacado a humanos, eso nunca fue impedimento para atribuirles una ferocidad que raya en la malignidad pura, como lo demuestran cuentos populares como; Caperucita Roja o el de Los 3 Cochinitos.

Las menciones más antiguas de hombres-lobo se encuentran en numerosas leyendas vikingas y eslavas, donde se menciona a los ulfhednar, una raza de guerreros inmunes al dolor y protegidos por el dios Odin, y quienes al vestirse con pieles de lobos, eran capaces de invocar sus habilidades, o incluso transformarse completamente en ellos. Entre las tribus bárbaras de Latvia, se hablaba también del vilkacis, el cual era una persona común que se podía transformar en un monstruo mitad humano y mitad lobo, y que si bien era salvaje, no era necesariamente maligno, e incluso ocasionalmente podía ser benefactor y protector de alguna aldea.

En la mitología griega, existe la historia clásica del rey Lycaon, quien fue maldito por los dioses y transformado en un lobo por cometer el crimen de comer carne humana. Por otra parte, alrededor del año 60 de nuestra era, el naturalista e historiador romano Plinio El Viejo, transcribió el testimonio del filósofo Euantes, quien dijo haber visto a un hombre ir a un lago en la región de Arcadia, y transformarse en lobo, pasando así 9 años, antes de poder recuperar su forma humana. En épocas posteriores, uno de los relatos de hombres-lobo más peculiares es la leyenda francesa de San Leu o San Lupus, de quien se cuenta que además de ser un monje católico, era un hombre-lobo. A este santo, se le atribuye el milagro de haber protegido la ciudad de Troyes del ataque de Atila, con la fe y fuerza de sus rezos, aunque la versión pagana dice que en realidad fueron sus aullidos bestiales los que atemorizaron a las tropas de Atila.

Las leyendas de hombres-lobo tuvieron su mayor auge en Europa durante los siglos XVII y XVIII. Aunque históricamente se considera que todo fue debido a brotes epidémicos de rabia, a la fecha existen casos documentados que permanecen sin explicación, como el de la Bestia de Gévaudan. Según los testimonios y documentos escritos, en la provincia de Gévaudan, al sur de Francia, entre 1764 y 1767 apareció una misteriosa criatura, descrita como un lobo tan grande como un caballo, de orejas cortas y piel rojiza, y que atacaba ganado y humanos en varias aldeas. Fue necesario que desde Paris se enviaran 3 expediciones militares distintas, hasta que finalmente la bestia fue declarada muerta el 19 de junio de 1767.

Aunque la creencia en hombres-lobo ya no es tan generalizada, a la fecha, en varias regiones aún se afirma la existencia de hombres capaces de transformarse en lobo. En México, por ejemplo, en muchos pueblos se habla de la existencia de nahuales, brujos capaces de convertirse en animales, principalmente perros y coyotes. Y entre 1997 y 1999, en la región de Uttar Pradesh en la India, surgieron varios reportes de avistamientos y ataques de lobos particularmente grandes y agresivos. Entre las muchas versiones manejadas, la más común fue la que implicaba hombres-lobo. Sin embargo, sobra mencionar que al momento, no hay evidencias ni a favor o en contra de la posibilidad de la existencia de criaturas mitad humano y mitad bestia.

Existen tantas razones para temer, como historias de monstruos. Hay quienes le temen a las criaturas salvajes, y otros le temen a la maldad. Una gran mayoría, si a algo le teme, es simplemente a la muerte. Ciertamente, la muerte es inquietante, pues nadie escapa de ella. Y no es un estado tan malo ya que nadie a regresado a quejarse.

RD: ULISES (jorgitopower1404@hotmail.com)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy fanática de los monstruos, y no solo por todo el misticismo que se maneja alrededor de su origen y sus diversas actividades, sino por que representan la verdadera naturaleza humana, sus miedos y sus deseos… a través de ellos el ser humano no solo canaliza su temor a lo desconocido sino que también dota a estos seres de cualidades sobrehumanas, elevándolos a un nivel superior y entregándoles una libertad envidiable, es decir el hombre a liberado su propia esencia en estos seres, no solo la humana sino también la animal, aquella naturaleza que trata de suprimir pero que de alguna manera logra estar presente en sus pensamientos. ¿Quién no envidiaría a un hombre lobo que es libre de salir y entregarse a la noche, olvidando por completo sus penas, o a un vampiro el cual no padece de dolencias mundanas y que se divierte en las más altas esferas de la sociedad burlándose de las pobres criaturas a su alrededor? No es acaso el poder que le damos a estos seres el que nos permite idealizarlos?
O usd. qué opinan?