domingo, 17 de agosto de 2008

EL DESPERTAR DE LA INMORTALIDAD





Ser inmortal suena bien, cuando sólo eres un simple mortal, con problemas, amores y desamores, pero cuando dejes de sentir tu corazón latir en tu pecho, cuando el sol queme tus ilusiones y el hambre corroa tu cuerpo, el mundo te deja de parecer inmenso y la vida, si se le puede llamar vida, se convierte en una mera banalidad.
Al igual que ustedes, pensaba en lo hermoso que puede ser despertar, sentir el calor de tu piel, escuchar el canto de las aves, caminar por el parque, mientras el sol juega con tus ojos en el vaivén del viento sobre las hojas de los árboles, pero esto se acabó.
Cuando tenía aproximadamente 20 años, paseaba con la que yo creía el amor de mi vida. Refugiados en el frió fuego de la luna, que tintineaba por el valle, cuando sentí la necesidad de besarla. Solo pude pedir que se marchara para dejarme solo en la inmensidad de la noche a lo que ella respondió con lagrimas que se desbordaban de su rostro, como fuego que calcinaba cada parte de mi cuerpo, no salía palabra alguna de mi boca para detener su paso, y me dirigía hacía el fin de mi vida como mortal.
Sentí cosas que nunca antes había pensado que existieran, escuché voces que nunca había oído, soñé cosas que nunca he imaginado, todo por la soledad. Por buscar la felicidad en un mundo que no era mió, todo por soñar en un mundo mejor y así pasé mi noche vagando por las calles sin encontrar respuesta.
A la siguiente noche, salí a caminar solo por el sendero del río. Justo al final de la empedrada senda, se encontraba una joven muy linda sollozando a las orillas. Aunque sentí gran temor de acercarme por el extraño brillo de sus ojos cristalinos, iluminados por la inmensa luna. Esos ojos me apresaron en un laberinto que confundió mi mente y mi cuerpo. Perdió control, solo podía acercarme a ella sin dar marcha atrás, sentía una gran fuerza que me atraía, que me hipnotizaba. Mi pulso se aceleró, mi sangre se disparaba como si quisiera salir de mi cuerpo.
Al acercarme a la mujer, solamente pude preguntar su nombre y ella nunca respondió. Sólo me miró fijamente, como intentando atraparme aún más. Esa mirada me desvaneció como si mi alma se evaporara de mi cuerpo. Ella me tomo del hombro deslizando su mano hacia mi cabeza inclinándola. Mi cuerpo no obedecía, se doblegó ante aquel juego de pasión.
Sin decir palabra alguna, se acercó a mi cuello con su helada piel. Sus labios tocaron mi cuello y como dos agujas penetraron sus filosos colmillos, extrayendo mi sangre. Mientras ella se regocijaba con mi dolor consumiendo mi alma, únicamente sentía que mi cuerpo desfallecía, mientras que mi corazón se estremecía como aferrándose a la vida justo antes de consumir la última gota de mi esencia, se detuvo como perdonándome la vida. En ese momento, caí desmayado y sólo podía escuchar lo que pasaba, pero mi cuerpo inmóvil mis ojos no se podían abrir. Estaba demasiado débil como para continuar luchando, después no supe nada, si estaba vivo o muerto.
Finalmente he muerto y me encuentro en el infierno. Pensé, me encontraba en un enorme castillo lleno de pinturas extrañas. De imágenes de pesadilla, de ideas inconcebibles. Me sentía mucho mejor. No existía herida alguna. Me volví más fuerte, mejor, pero seguía con muchas preguntas y en ese momento más. Cuando me dirigía hacia la puerta para salir de ese lugar, entró la preciosa joven, con un atuendo totalmente diferente al de la noche anterior. Lo único que me dijo fue –¿tienes hambre?-.
Sin esperar respuesta, me tomó de la mano llevándome a un largo pasillo. Justo en la última puerta, me pidió que entrara. Que ahí se encontraban todas las respuestas que buscaba. En ese momento me sentí un poco mas tranquilo al saber que lo que me pasó, fue lo que estaba añorando, respuestas.
Al entrar en el cuarto, se encontraba una mujer encadenada al suelo. Sin poder detenerme, me acerque a su cuerpo. La tomé de la cintura, comencé a tocarla como para satisfacer mis deseos, pero más que deseos carnales, tenía muchísima hambre. Un ansia incontenible.
Pobre joven. Al morder su suave cuello, sentir el fluir de su sangre directo en mi boca, como robando su energía vital. Misma que me acababan de robar. Me sentí más fuerte que nunca. Justo antes de consumir la última gota de su esencia, me detuvo la mujer, que en ese momento consideraba mi guía en ese mundo nuevo. Lleno de placeres y vidas por tomar.
Al saciar mi apetito, comenzó a explicarme cosas que ella consideraba básicas como -nunca devores hasta la ultima gota, porque si no su muerte se convierte en tu castigo.- También me dijo que yo era el indicado para mostrarle el nuevo mundo, para ser su compañero para siempre.
Y un buen día desperté. Me encontraba solo, ella ya no estaba, ni las pinturas, ¡nada!, sólo yo. Busqué la manera de salir de esa gran prisión de mis recuerdos. Al salir me di cuenta que el mundo había cambiado. En mi largo dormir, me encontré en un mundo desolado y destruido.
Después de dormir durante cien años, las cosas cambian. Necesitaba alimentarme. Decidí dar un paseo por las calles de la gran ciudad. Al escuchar los ruidos producidos por la gran urbe, me di cuenta que seguía solo y con muchas preguntas que nadie podía responder.
Entre a un bar gótico donde todos tenían aspectos extraños. En ese extraño sitio, me sentía como en casa. Todos los que se encontraban en ese lugar estaban igual que yo: confundidos y solos. En ese sitio podía encontrar todo lo que necesitaba: sangre, placer y diversión, pero no respuestas. Nadie tenía respuestas…
Pedí un trago. Cuando se acercó a mí una muchacha, no mayor de 20, me pidió fuego. Al verla a los ojos, entré en su mente .Pude saber que soñaba y más dudas surgieron. Pero el hambre crecía. Pero esa chica era tan bella, tan viva, con tantos sueños, que no me sentí capas de consumir su existencia. Pero en cambio logré hacer que un par de mujeres me siguieran hasta la bodega del extraño establecimiento.
Comenzaron a besarme y a tocar mis ropas. Al tocar mi piel fría y al no sentir el latir de mi corazón, se alejaron rápidamente de mí. Pero el ansia me corrompía. Tomé a una por el cuello y me acerqué rápidamente. Comencé a consumir poco a poco su vida, mientras sus recuerdos pasaban a mi mente, junto con el tibio chorro de sangre. Como mí antigua maestra me lo pidió, me detuve antes de la última gota. La otra mujer se quedó paralizada, mientras hacía lo mismo. Créanme, ver sus rostros de agonía entre la droga y la perdida de sangre es una imagen que nunca se me va a poder olvidar.
El consumir sus vidas como una vez consumieron la mía, escuchar en susurros, “sálvame”, de cada presa, el no saber por que me escogió a mí para unirme a ese selecto grupo de asesinos, por qué despertar el instinto, por qué la necesidad de seducir, devorar y huir.
No recuerdo cuándo fue la última ocasión que escuché algo consanguíneo al amor de una mujer hacia mí, cuándo fue la ultima vez que disfruté de la compañía de un amigo, cuándo dejaré de sentir esta agonía de no poder gritarle al mundo lo que soy.
Recuerdo que mi maestra me decía, que nosotros seres de la noche, tenemos que ser discretos, nadie debe saber realmente de nosotros, qué somos, qué sentimos, para qué existimos, también decía que tenemos la habilidad de estar y no estar, de ser para no ser.
Que razón tenia al intentar cambiar, al intentar luchar siempre el mundo te derrota, no se puede ir contra siglos de oscuridad, siglos de vivir en la sombras, nunca ser vistos, sólo por tus victimas. Que bastase con soñarlo, se pudiera cambiar algo.
Así comenzó mi vida como inmortal, sin encontrar a alguien que me guié por el camino donde pueda dar respuesta a todas mis preguntas, pero seguiré intentando encontrarte.

Bajo el relámpago tu cuerpo enmudece
Tú duermes
A un costado del cadáver del amor
Y te veo tan eterna
Como para abrazarte
Como para tocarte
Con los pétalos del deseo
Ah! Y llueves en tu cuerpo perfecto
Llueves en tus parpados profundos
Llueves cruel y solemne.
Llueves cruel y solemne…
En tu sueño
Y yo rió y tu ríes
Con la mueca del extraño rubor
Por que sabes que estas loca
Y no perteneces a nosotros
Y no perteneces a nadie
Excepto a la noche
Te he estado mirando
Extasiado, pálido y grave.
¿Hacia donde vas cuando estas ausente
en el instante alarido del trueno?
En la noche germinan juegos de artilugio
Y nuestras mentiras mientras revolotean alegres
En un regocijo tan vulgar y tan ordinario.
En mis alcohólicas caricias
Divagas…
Y yo estoy tan…
Y quisiera decir tanto
Pero mis palabras son tan pocas
Tan precarias
Y así nos deslizamos entre sombras
En el momento que el mundo duerme
Y los perros sueñan con Ángeles y murmullos
Ecos de la luna y aromas de muerte
“afuera esta tan oscuro
Tómame una vez mas
Y escapemos de este mundo ridículo”
Y la mujer vampiro sonríe
Con un gesto alucinante
Entonces
Su silueta se convierte en una gárgola de piedra
Y la veo llorar en la penumbra…
Y a veces tu rostro…
Ojala y no estuvieras conmigo
Tan oscura y tan radiante
En esta noche de la traición
Ojala y estuvieras lejos, pulverizada, muerta
Como para recordarte.
En los árboles los pájaros languidecen
Se derrumban marchitos sobre las flores
Mientras tu duermes
Bajo las llamaradas del cierlo
En las noches de diciembre
Tan solitaria como una virgen
Que suspira por los días que llegaran
Y las noches que morían a tus pies


elaboro: ULISES (jorgitopower1404@hotmail.com)

1 comentario:

Anónimo dijo...

sta fuert amix pro muy buena pag voy a hacert promosion n la school vale tk